jueves, 23 de julio de 2009

Breve reseña histórica del nombre musical: "Salsa".

En mi programa radial les hablé a los melómanos y melómanas de dónde proviene el nombre "Salsa", para la música latina.

Fue a finales de la década del 60 Richie Ray y Bobby Cruz realizaban una exitosa gira por Latinoamérica. Estando en Venezuela fueron entrevistados por el famoso locutor de Radiodifusora de Venezuela: Phidias Danilo Escalona (compadre de Tito Rodríguez).Él les dijo que definiera con palabras su música ya que para la época los ritmos caribeños eran: pachanga, guaguancó, boogaloo, guaracha, mozambique, son montuno, guajira, entre otros. La respuesta no se hizo esperar, ellos dijeron: “Nuestra música es como el ketchup…” refiriéndose a un comercial de la televisión venezolana que tenía como slogan “pásame la salsa”.

De inmediato Phidias les dijo: “La música de ustedes es “SALSA”. De hoy en adelante la llamaremos “SALSA”. No obstante, el propio programa de Phidias ya tenía como nombre: “La Hora de la Salsa, el Sabor y el Bembé”.

Ahora bien, no es de negar que el ritmo nació en Cuba, Países caribeños como Puerto Rico, Panamá, República Dominicana, Colombia y Venezuela aportaron sus fusiones, pero el nombre SALSA lo acuñó Phidias.

En ese mismo tiempo Federico Betancourt, quien dirigía la agrupación "Federico y su Combo Latino" fue el primero en usar el nombre "Salsa" en long play y Richie & Bobby junto a Fania, la pregonaron desde Nueva York.

jueves, 9 de julio de 2009

¿Es posible hacer lo correcto?

Vivimos en una época de la historia en la que el juzgar si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto se ha vuelto una difícil tarea, no porque no se pueda hacer, sino porque la filosofía reinante en la sociedad del siglo XXI es el relativismo, que expresa en palabras simples, que lo que es bueno o correcto para mí no necesariamente lo es para ti; y se basa en la idea de que el hombre es incapaz de alcanzar o descubrir verdades absolutas.

Esto nos obliga a preguntarnos ¿Qué es bueno o malo realmente? O más bien, ¿Puedo saber con certeza lo que es correcto o no?

Podríamos citar algunas fuentes que nos proporcionan parámetros para juzgar si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto, estas son:

  • La Conciencia: nos permite percibir las demandas morales de Dios. Es la ley de Dios que por naturaleza está en nuestros corazones.
  • Sentido Común: son el conjunto de valores o principios generalmente aceptados por la sociedad.
  • Las Leyes: conjunto de disposiciones legales que rigen los diferentes ámbitos del hombre, la sociedad o la nación.
  • La Palabra de Dios: La Biblia, expresa las leyes infalibles de Dios, relativas a todos los asuntos de los hombres. Es la única verdad absoluta por la cual Dios desea que el hombre rija todos sus caminos.

Lo lamentable es que a pesar de existir estos parámetros que rigen el comportamiento moral, social, económico y político, parece que al final, el hombre, el ser humano, tiene la tendencia a ajustarlos con el fin de conseguir lo que es de su interés; y donde lo correcto o incorrecto se define en base a las conveniencias personales, económicas o políticas generando el caos social, moral y espiritual.

Pienso que no tenemos excusa para hacer lo que corresponde en cada situación; sin embargo, es potestad de cada uno de nosotros elegir hacer lo bueno y lo correcto o no. Ahora bien, quiero invitarte a reflexionar lo siguiente:

¿Por qué conformarnos con hacer lo que todo el mundo hace, sin importar las consecuencias propias o generadas a terceros aún a sabiendas de que no es conveniente?

¿Por qué aceptar como bueno y correcto aquellos hechos o filosofías propuestas, nada más porque se está haciendo común en una determinada masa de la población?

¿Por qué conformarnos con lo muy poco y perjudicial que nos deja una vida de libertinaje, complacencias y concesiones morales si tenemos la gran oportunidad de escoger lo mejor?

Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo” (Génesis 4:7).

Finalmente, considero que esta realidad pone de manifiesto la gran necesidad que tiene el hombre y la mujer de hoy de que conocer a Aquel que dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida…” (Evangelio de Juan 14:6), a Jesús, a Dios mismo, y a tomar la Biblia, su Palabra, como nuestra regla de fe y conducta.

Dios es el único, quién por medio de Su Palabra (La Biblia), puede ayudarnos a establecer una verdadera escala de valores que nos faculte para saber escoger lo mejor, en otras palabras, hacer lo correcto.

Juan Carlos y Lismary Rada
Fuente: Rada, Juan y Rada, Lismary (2009, 27 de junio) Hacia Una Vida Abundante: “¿Es posible hacer lo correcto?”. Extraído el 9 de julio de 2009 desde http://proyectohva.blogspot.com/2009/06/es-posible-hacer-lo-correcto.html

lunes, 6 de julio de 2009

Una mujer tras las cortinas

Jacques Yves Cousteau pasó toda su vida en el mar, no contento con inventar los equipos de buceo actuales recorrió el mundo, a bordo del Calypso para enseñarle a la humanidad la grandiosidad de los océanos.


Muchos hombres y mujeres crecimos entre sus imágenes, muchos fuimos contagiados por su “fiebre de mar”, jugábamos de chicos a ser buzos del Calypso, conocíamos todas sus historias, vivimos todas sus inmersiones.

Pero la mayoría de la gente jamás conoció la historia del día que el Calypso se perdió, de aquel día que pudo ser el último día de una historia que aún no había comenzado.

Terminaba la década del ´40, no era una época fácil en Europa. La segunda guerra mundial había dejado a Francia en ruinas. Jacques Cousteau, un joven oficial de la marina decide dar un vuelco a su vida, con la ayuda de sus amigos y un patronicador secreto, compra un viejo dragaminas fuera de servicio y lo bautiza “Calypso”, renuncia a la marina y convence a un grupo de buzos de acompañarlo en la gran aventura: Recorrer los mares del mundo filmando los fondos oceánicos.

Todos sus ahorros se gastaron en equipamientos, vendió su casa para costear el viaje, todo su pasado y su futuro estaban puestos en ese viejo barco. Partieron rumbo al Mar Rojo donde planeaban filmar su primera película.

Al llegar anclaron el barco cerca de la costa de Egipto y todos los hombres fueron al agua, en el barco sólo quedó la esposa de Cousteau, Simone.

Mientras que los buzos estaban bajo el agua el cielo se cubrió de nubes, la superficie del mar se encrespó, comenzó a soplar un fuerte viento. Los buzos no pudieron volver al barco, nadaron hacia la costa. Una vez ahí contemplaron al Calypso que se sacudía con cada golpe de ola, tironeando el cabo del ancla que se rompería inevitablemente. Cousteau temía por su esposa, una mujer delgada que no tenía idea de barcos ni de navegación. Los buzos presos de impotencia esperaban la rotura del cabo del ancla para ver como todas sus ilusiones se hundían con el viejo buque.

El cabo se rompió en un estallido seco e inmediatamente se escuchó el motor del barco que se ponía en marcha, viraba a babor y se internaba en el mar de frente a la tormenta, al timón estaba Simone Cousteau y no parecía estar dispuesta a dejar hundir al Calypso, como no sabía nada de náutica decidió ir mar adentro donde no podría chocar con nada. Viajaba hacia la tormenta.

Ocho horas duró la lucha entre el viejo dragaminas y el mar, ocho horas donde una mujer sola, que nunca antes había estado en un barco, sacaba fuerzas de la nada para evitar que los sueños de su marido se hundieran ese día.

Cuando la tormenta terminó llevó al barco hacia la costa que se veía a la distancia pero como no lo sabía atracar y ya no tenía ancla, simplemente lo dejó flotar a la deriva con el motor apagado esperando que los buzos, que miraban la maniobra desde tierra, se pudiera acercar a nado. Al llegar encontraron a una Simone sonriente que, ante la sorpresa de todos, los recibió con café caliente.

Pasaron muchos años y el viejo dragaminas se convirtió en uno de los buques oceanográficos más famosos del mundo, navegó por todos los mares y visitó todos los puertos. Cousteau adquirió fama internacional. En 1980, en un reportaje un periodista le preguntó si era difícil comandar el Calypso, Cousteau contestó:
“No si está Simone a bordo, ella es la cocinera, la madre de treinta marineros, la que aconseja, la que pone fin a las peleas, la que nos manda a afeitar, la que nos reta, la que nos acaricia, la peluquera de a bordo, nuestra mejor crítica, nuestra primera admiradora, la que salva al barco de las tormentas. Ella es la sonrisa cada mañana y el saludo antes de irnos a dormir. El Calypso podría haber vivido sin mí… pero no sin Simone”.

Una mujer que vivió entre cámaras y nunca se dejó fotografiar, no figuró en ninguna de las enciclopedias del Calypso se negó a ser vista en las películas y la mayoría de la gente nunca vio su cara.

Cuantas son las mujeres que han sido ignoradas, pero han hecho grandes cosas sin ser jamás reconocidas. Muy cerca de ti hay una mujer silenciosa hoy, puede ser la que barre tu oficina, o quizá tu madre, tu hermana, tu abuela, tu tía etcc.. Reconoce hoy su labor, dejaselo saber y reconocela publicamente, porque hoy podrías hacer para ella su mejor día.

Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas! Su esposo confía plenamente en ella y no necesita de ganancias mal habidas. Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida. Anda en busca de lana y de lino, y gustosa trabaja con sus manos.

Es como los barcos mercantes, que traen de muy lejos su alimento. Se levanta de madrugada, da de comer a su familia y asigna tareas a sus criadas.

Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias[g] planta un viñedo. Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo.

Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara en la noche. Proverbios 31:10-18

Fuente: http://www.renuevodeplenitud.com/reflexiones-una-mujer-tras-las-cortinas.html
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